Tal vez para muchos, esta fotografia con un nombre tan evocador como El beso, no sea la fotografía más hermosa de la historia, pero que me importa los que los demás piensen, cuando al verla descubro entre esa maravillosa gama de grises, lo que significa la esencia, de lo que Cartier Bresson definió como el instante decisivo, convirtiendo al arte fotográfico en algo mágico. Me da igual la polémica sobre si esta preparada o no, si todos pudiéramos preparar algo tan hermoso, etéreo y bello porque no lo hacemos.
Robert Doisneau, capto lo que todo buscamos, reflejar el amor que se esconde tras un simple beso, una mañana en Paris, con una tenue neblina en el ambiente, varios personajes siguen su camino en busca de su destino, mientras dos amantes, no les vemos los rostros, se sumen en un abrazo eterno, mientras sus labios saborean el amor, los imaginamos bellos, como dioses en un Olimpo etéreo, la mano de él la abraza delicadamente pero con firmeza, la mano de ella flota en el mar de la esperanza, el alborotado cabello nos traslada a noches de pasión y ese desprendido foulard es todo elegancia, todos en el algún instante hemos deseados ser ellos.
Pura poesía, una sinfonía de colores… en blanco y negro.
Robert Doisneau, capto lo que todo buscamos, reflejar el amor que se esconde tras un simple beso, una mañana en Paris, con una tenue neblina en el ambiente, varios personajes siguen su camino en busca de su destino, mientras dos amantes, no les vemos los rostros, se sumen en un abrazo eterno, mientras sus labios saborean el amor, los imaginamos bellos, como dioses en un Olimpo etéreo, la mano de él la abraza delicadamente pero con firmeza, la mano de ella flota en el mar de la esperanza, el alborotado cabello nos traslada a noches de pasión y ese desprendido foulard es todo elegancia, todos en el algún instante hemos deseados ser ellos.
Pura poesía, una sinfonía de colores… en blanco y negro.
